La taza, el agua... A veces una ollita y la mayoría el microondas. A mi vida aún no ha llegado la tecnológica tetera eléctrica que conocí en Londres. Allá tampoco la usé.


Antes de él, un poco de ansiedad, no puedo estar quieta. Coloco la taza con el agua y 2 minutos de paciencia hasta que suene el “pi-pi-piiiiiiiiiiii” del microondas. Me siento… Me levanto… Me pongo frente al microondas y pienso “¿esta vaina hará algo si me paro aquí? Sape, mejor me pongo allá” y me aparto, un poco lejos por si acaso da cáncer.  Voy a la ventana… miro un poco el paisaje y me cuesta creer que aún no hayan pasado dos minutos y regreso a mirar el contador… 1.15…  Otra vuelta. Aquí es donde compruebo –una vez más- que la paciencia no es mi fuerte.

… Como si viendo el relojito lo acelerara… 5, 4, 3, 2, 1.. PI PI PIIIIIIIIIIIII!

Llegó el momento! Saco la taza del micro y abro el gabinete… mmm… Cuantas cajas de tantos colores, cuál tomaré hoy?  Amarilla para no envejecer, verde para relajarse, azul, para dormir… Cítrico, dulce, amargo… Tantos sabores con tantas facultades y el mismo resultado: un momento de paz.

Escoger la bolsita perfecta. Y de ahí el mágico momento de meter y sacar la bolsita del agua… Entra y las burbujas hacen que el agua chispee… Sale y empapada, escurre a chorros, hasta la última gota, el líquido ya colorado. Sé que lo ideal es solo dejar la bolsa reposar, colocar la tapa de la taza y esperar 2 minutos más a que la magia surja, pero ese momento de la bolsita haciendo lo suyo, tiñendo el agua de color proveniente de la naturaleza, es simplemente único… y yo, cuál científica loca (de lo que no tengo un pelo… bueno, de loca si…) inclino mi cabeza, frunzo el ceño y miro interesada cada detalle.  

Ya… ya la bolsita no puede dar más. A punto de romperse, decido extraerla por completo, no vaya a ser que todas las hojitas caigan dentro.

Y suspiro… Aquí va.

Cuando bebo el primer sorbo, escucho a mi cuerpo orar, dar gracias por la vida. Es como un momento de contemplación. De pronto, empiezo a elevarme. Mi espíritu simplemente se libera durante los 5 minutos que me toma beber mi taza de té y la paz me llena.

Es la paz que me acompaña, al menos, medio día.

¿Qué haría yo sin ti, mi momento inglés?

3 comments:

Lisbeth Zambrano said...

yo ahora tengo momentos ingleses por lo menos 5 veces al dia! y es el mismo ciclo! la única diferencia es que yo si tengo mi propia tetera!=D he descubierto que tomarme una taza de té me da la tranquilidad que necesito en 'esos momentos'.

...o será que es pura excusa y lo que estoy es adicta? =S

Adriana C Lopez said...

jajajaja bueno Lis, yo me tomo uno con el desayuno y otro despues del almuerzo y es una maravilla... me declaro una completa adicta a los tés!!

Capaz y cuando abandone este lado del mundo, me compre mi tetera y experimente la teconlogia jajaja

Bettyna Gruber said...

Bueno ustedes tienen mi cuota de té porqué yo soy como la canción de King Changó, "no tomo té, tomo café mi amor" ... a mi me dan agua de perejil, albahaca o cilantro y me dicen que es manzanilla, té verde o cualquiera y le creo, me sabra a lo mismo...

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