Yo sé lo que calla un corazón triste
Yo soy uno.
Sé del muñuño de palabras en la glotis
Y la sensación que causan
Al negarles la salida.

Sé de aquellos sumergidos en su vida...
Son tan felices que no perciben al triste
Con el que duermen, con el que viven,
No imaginan que los ojos que ahora miran
Estuvieron llorando en su ausencia,
En su INFINITA ausencia,
En su involuntaria ceguera,
En su DOLOROSA ceguera;
No es su culpa, pero hiere.
Es su naturaleza, pero quiebra.
Es tan feliz que no existe la tristeza...
No la suya y por ende no la de otro.

Sé de máscaras de risa
Mientras por dentro se muere de a poco,
Sé del cuerpo camuflado
Y el espíritu acabado.

Sé de estar sólo aun estando acompañado.


Y del alma ya tan rota,
tantas veces remendada,
Que no aguanta ya mas parches
Ni costuras.

Sé lo que calla un corazón triste.
Sé por qué calla un corazón triste.
Sé lo que duele un corazón que calla y esta triste.


El ser humano como ser intuitivo sabe, desde la concepción de una idea, si está actuando bien o mal.

Por ejemplo, desde el momento que un niño piensa en robarse un caramelo sabe que no es lo correcto. Lo que cambia todo es la decisión de llevar a cabo el robo o no, de seguir la intuición y consciencia humana o ignorarla.
Si decide llevar el robo del caramelo, el lenguaje corporal, la actitud y todo revela que sabe que no está bien hecho, y para todos al rededor es obvio menos para ellos, pero igual continúa su ejecución. 

Aunque no lo quiera, incluso después de ejecutado y si logra su objetivo, el ser humano suele sentir un peso mental proveniente de la consciencia que se intenta aligerar con razones (para mi excusas) para justificar el acto cometido: " es que tenia hambre", " se veia muy rico", "el caramelo me estaba hablando"... Muchas veces se las repiten tanto a si mismos que terminan creyendo que son verdaderas razones de peso y justicia y no asumen su error. 

Son pocos los seres humanos que deciden seguir su intuición y son aun menos los que, si la ignoran y continúan a pesar de saber que actúan mal, al final de cuentas reconocen su error.

Salud por aquellos que siguen su intuición y consciencia y los vasos aún más alzados por aquellos que saben reconocer sus errorescy pedir disculpas.

En la vida solo queda mejorar como ser humanos, ser coherentes y felices!

Ya ni reir se siente bien. Se siente como si al reirme de cualquier cosa, no le estuviera dando el respeto que merece cada niño asesinado, cada persona reprimida.

Cada vez que cualquier cosa me hace sonreir o reír, a mi memoria vienen inmediatamente las imágenes de gente sufriendo con los gases, de aquel muchacho que mostró su desnudez y con ella las condiciones en las que esta sobreviviendo el venezolano, sus perdigonazos y sus ruegos; viene a mi memoria ese muchacho arrollado por la tanqueta, el quemado por la explosión de la moto... Juan Pablo y el lugar de su muerte, Armando y su cara sin gestos al subirlo a la ambulancia, el ajusticiamiento de Hecder. Es un acto automático.

Cada vez que sonrío siento en mi corazón el dolor del himno en un funeral injusto, el dolor que como madre siento cuando otra pierde a un hijo.

Ya ni siquiera soy libre de reír gracias al dolor que esta dictadura me ha causado.

Son 18 años de muerte. Y siento que también me mataron por dentro.

Me cayó la locha de zopeton.

A ver, tenía días pensando en ello, pero de un momento a otro se hizo una realidad en mi pensamiento. Fue como salir de un shock.

Sucedió mientras veía este video en la que una tanqueta de la maldita (porque debe estar maldita) guardia nacional bolivariana (en minusculas) avanzaba en la Av. Sur de Altamira y en su camino se llevaba por el medio a manifestantes... es decir, a SERES HUMANOS.Ya no les es suficiente con lanzar bombas de gas ilegal, que pica y arde en los órganos, que inflama e irrita la piel; ya no les basta con el gas que desmaya a madres, hijos, abuelos, jóvenes en medio de la marabunta y del caos.Tampoco les basta con balines, metras y hasta balas de hierro, de verdad, ni con sus botas, sus culatas o sus puños. Ahora, tambien nos atropellan, primero con sus motos y después con sus tanquetas.

Sé que a estas alturas del partido ya no debería sorprenderme nada, pero sinceramente no salgo de mi asombro. Y doy gracias por ello.

En fin... vi el video y quedé en shock.

Decidí abrirlo de nuevo y mostrarlo a un par de compañeros de trabajo, que no tienen ni puta idea de lo que es una dictadura. Uno decidió escapar de la pantalla, alegando que aquello "lo ponía enfermo". La otra decidió hablarme, decidió indagar sobre todo el por qué de mi auto-tortura.

- Para que ves eso? no puedes hacer nada desde aquí. No logras nada más que estresarte. No ayudas a tu familia.

- ... Pero es que estoy en shock con esto... son venezolanos atropellando a otros venezolanos...

- Igual, que no ayudas a nadie viéndolo, entonces para qué lo ves?

- ... Pero es que mi familia esta allá, mi familia está viviendo esto...

- Y cómo los ayudas viendo esto?

- ...Y entonces qué hago, me despego de lo que sucede!? Mi familia esta alla!! -y empezó a caerme la locha.

- No estoy diciendo eso, lo que digo es...

- No ves que esto le puede suceder a uno de ellos??? Mis padres, mi hermano, mis primos, tíos y hasta mis abuelos están saliendo a estas protestas! están allí donde esta gente está siendo atropellada! Ellos van, marchan y se regresan antes de que la represión comience, sin embargo llegará un momento muy pronto en el que ya no regresarán, se quedarán, porque la dictadura esta haciendo cosas que cada vez frustran y arrechan más a la gente y no va a haber otra solución que quedarse en la calle...
Nosotros hemos tenido la suerte de que hasta el sol de hoy nada realmente malo nos ha tocado... Si, nos han secuestrado y robado, nos han encañonado, pero aún no nos han herido o matado a alguien Y SIENTO QUE ESE MOMENTO LLEGARÁ, QUE ES INMINENTE... - y allí, justo al final de la última palabra, las imágenes se hicieron vívidas en mi cabeza, de pronto algo que cuando lo había pensado aún se hacía lejano, se convirtió en una posibilidad real en mi cabeza.

De su parte solo hubo un silencio.

- De eso es lo que te hablaba esta mañana. Cómo reprogramas tu mente con respecto a la muerte cuando algo como esto pasa? Cómo aceptas la muerte es algo natural en estas circunstancias?

Decidí no verle a la cara para evitar que notara el temblor en mis labios y la aguadez en mis ojos. Solo escuché sus disculpas. Sólo escuché cuando se alejó pensando que me había afectado con sus palabras. Sólo alli dejé que cayeran las lágrimas rapidito, porque estoy en el trabajo... que no me vean llorar.


Esta es la verdad del terror.

Pertenecer a nada aún estando en distintos grupos, conociendo gente diferente. Aún cuando hasta algún momento me sentí parte de Algo.

Hoy leo y siento es hastío.
Veo y me da pereza.
Escucho y quiero huir a mi cueva y no salir mas.

Siento que no puedo hablar, porque podría provocar un holocausto.
Siento que los que hablan están vacíos y no les importa.

Soy testigo de la hipocresía y al mismo tiempo escucho la contradicción de un "yo la/lo quiero". Alguna vez fui partícipe silente y me asqueé. Incluso de mi misma.

Mis oídos han estado allí, escuchando lamentos. Mis ojos han visto lágrimas y mi corazón ha sentido su tristeza, pero nada puedo hacer por aquellos que aman estar tristes, sentir lástima por si mismos, refutar la realidad. No puedo más que sentir decepción por el poco valor a mi presencia.

Desde hace mucho no pertenezco.






Yo veo todo con otros ojos, como con aquella inspiración que viene desde el pecho. Hasta la música que suene en ese momento tiene un profundo impacto.

Hoy rodaba por las Hills, y de repente sonó Shania Twain y senti una tristeza inmensa por no poder compartir esto con ellos. Llegué a escribir un "los extraño", pero nunca pisé mandar.

Luego sonó UB40 y disfruté del paisaje hermosísimo, lleno de viñas.
Veía los pinos de un verdor fosforescente y las vacas en las granjas  como si fueran gloriosas.

Luego sonó Janet Jackson y por alguna razón solo daba gracias.

Gracias por el paisaje, los vinos. Gracias por mi compañero de vida.

Le pedí a Rodrigo rodar con las ventanas abiertas porque nada como el aire puro y disfrutar de la naturaleza. Sacaba la mano por la ventana y el viento la soplaba con fuerza... yo solo sonreía de poder sentir esa tontería. Me sentí como un perro. Casi saco la lengua y la cabeza por la ventana.

Veía todo a través de mis lentes sepia, así que un poco más romántico.
El camino de grava y bittersweet sinphony en la radio. El atardecer cayendo, 6.30pm. El sol de la tarde que delicadamente brillaba en mi cara...

Y de repente la autopista.

De ese día solo me quedaban dos botellas de Ngeringa y los recuerdos.



Siempre he escrito, desde que tengo uso de razón.

Siempre he sido abierta con mis emociones y escribir siempre ha sido la mejor ventana para mi para dejar salir todo aquello que crea, se cuestiona, razona mi mente.

Nunca he tenido temor de exponerme, desde muy pequeña he dejado que otros lean lo que escribo. Antes de la adolescencia, tenia  mil cuadernos con innumerables poemas, cartas, prosas… que mostraba a amigos, mi hermano, enamorados… Recuerdo que a uno de ellos no paraba de dejarle mensajes en paredes, en pupitres de clases en común sin miedo a que otros supieran quien era la mensajera y para quien era el mensaje. Sin miedo a que el receptor supiera quién era la emisora.

Más tarde, apareció internet y con ella infinitas posibilidades para compartir mis ocurrencias, entre ellas Predicado, donde aún conservo muchos de mis escritos. Luego se me ocurrió abrir un blog donde pudiera escribir de cualquier cosa, no solo de amor o tristezas.

No sé en qué momento deje de usarlo y voltee mi mirada al Facebook, donde los estados han servido de catarsis bien sea por trivialidades o cosas más “profundas”, donde aprendí que sin extenderme puedo decir mucho.

Mientras todas esas etapas ocurrían, paso también que deje de ser una persona poco comunicativa (verbalmente) a comunicar demasiado, y al mismo tiempo sucedió que emigre. Emigre a los 28 años, a un país que queda a aproximadamente 16mil kilómetros del que me vio nacer y crecer, con mi esposo e hijo, pero sin mis padres, hermanos y familia de toda la vida.

A pesar de tener a mis dos tesoros, y creo que este sentir no es solo mío, esa necesidad de formar parte de una familia grande, bullosa y donde están los unos por los otros para las verdes y maduras, apareció en mi y no supe interpretar todo esto sino hasta hace un mes.

Emigrar te cambia de un modo que, todo lo que pasa a tu alrededor, a ti a los tuyos, se siente con mucha más fuerza. Te vuelves más sensible.

Para mí, cada persona que he dejado entrar a mi vida se ha vuelto necesaria;  las he convertido en un “para siempre”, como si fuera gente que he conocido toda la vida. Y es que la amistad, desde que me volví inmigrante, tomo otro sentido: el apego ha sido mayor, la entrega infinita y por ende cada pequeña petición la cumplo sin miramientos, pero también cada resbalón ha sido como una caída al vacío. Así de dramático.

Si yo he vivido una montaña rusa de emociones en mi vida, ha sido durante estos 5 años de inmigrante y mi manera de vivir la amistad.

El final del 2016 y el principio tumultuoso del 2017 me enseñaron muchas cosas:

-          Aceptación. Aceptar a quien de verdad quiero, tal y como es. Incluyéndome.

-       Agradecimiento. Asi se ve la vida desde otro punto de vista y se le da importancia a lo que realmente la tiene.

-          Nadie actúa, piensa o siente igual. No todo el mundo valorara lo que haces por otros, ni se entregara de la misma manera. No todo el mundo ve la amistad de la misma manera. Por ende,

-          Desapego. El apego a las personas solo sirve a largo plazo para traer tristezas y decepciones.

-      Volver a mis bases. Tal vez escribir sea mejor que hablar. Tal vez asi hiera menos con mis opiniones y emociones.

-          Lo más importante de mi vida, y mientras estén, yo estaré bien: Mi esposo y mi hijo, mi perro y mi gato. Los demás son complemento de mi felicidad, pero tengo a mi lado lo que de verdad me completa.

-          Cero dramas. Soy dramática, pero al mismo tiempo odio el drama. Odio a mi cabeza cuando no para, cuando no me deja dormir. Por ende todo aquello que represente drama, será ignorado. No puedo perder mi sueño más de esta manera.

-          VIAJAR. Esto me hace feliz. Tengo que hacer las cosas que me hacen feliz!!








Y aunque sea un cliché, estas son mis resoluciones del 2017.

He vuelto y no hay quien me quite el lápiz! (o el computador).

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