Hoy mientras buscaba una dirección en Google Maps, apareció frente a mis ojos esa enorme figura de destapador de botellas que tiene el mapa de Australia y al rededor de ella azul, mucho azul de agua de mar... Y no pude evitar sorprenderme por lo aislados y solos que estamos en esta inmensa isla.

Me produjo cierta tristeza. Sin embargo, no dejo de darle gracias a Dios por habernos dado la oportunidad de vivir en esta tierra y le he agradecido más que nunca este mes, siempre con un agrio sabor en el gusto y el corazón, tragando grueso, por las lágrimas de la lejanía familiar.


La muerte de Mónica Spear ha desenfundado entre nosotros, los venezolanos que vivimos en el extranjero y los que no, una realidad que sabíamos que existía pero que, como todo, no la "asimilamos" hasta que nos la tiran en la cara (o nos ocurre a nosotros).

Mucha gente critica la cobertura que se le ha dado a esta terrible noticia por ser un personaje público, siendo éste el pan de cada minuto de muchos "hijos de vecino" en nuestro país, sin embargo yo agradezco que sea noticia y se mantenga en la palestra, pues por algún lado y de alguna forma hay que empezar a abrir los ojos a la terrible situación que nos aqueja.

Este pan nuestro fue uno de los principales motivos por los cuales emigré. En lo que va de Enero 2014 ya he sabido de casos que nadie en otro país se imagina que suceden, como que entren en casa de alguien con una granada, como que maten a un señor por unos perniles o que alguien llegue de unas vacaciones heladas deseando el clima de su Caracas pero se le quiten las ganas porque estuvo a punto de ser asaltado dentro del aeropuerto. 

Al menos salvé a mi hijo de aquello. Y aunque me duela mucho decirlo y aunque extrañe enormemente a mi familia más que a nada en el mundo, El Ávila, los jugos naturales y nuestra exquisita gastronomía, no me quedan ganas de volver ni de vacaciones. Temo enormemente ir y no volver. Más temo que mi hijo no vuelva. 

Trsitemente mi hijo es parte de esa generación que crecerá sin abuelos, gracias a la desgracia que ha caído en nuestro país. Posiblemente poco entenderá de la importancia de estos seres en su vida.

La gente piensa que uno emigra sin pensar en los sacrificios y consecuencias que conlleva, sin pensar en la gente y la vida que una deja atrás, que no lloramos cuando nos enteramos de una amiga que se casa, de un primo que va a ser padre, de un familiar enfermo... Que la decisión es tomada a la ligera y sin análisis y que nos vamos y no nos importa nada ni nadie. Pocos entienden que el emigrante venezolano se va de su país buscando una paz que encuentra a medias y que le golpea la cara cada mañana al despertar sabiendo que tus padres, hermanos, primos, tíos, abuelos y amigos siguen viviendo en aquella locura que dejaste.


Venezuela, un país hermoso en geografía y paisajes, pero con una esencia perdida. Un país lo hace su gente y lamentablemente la gran mayoría no te hace bien.

 Espero poder verte regenerada algún día, aunque ahora se me pinta lejano.

Por ahora me quedo con mi destapador de botellas aislado.

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